miércoles, 20 de enero de 2016

¿Qué es el "Anarquismo sin Adjetivos"?

¿Qué es el "Anarquismo sin Adjetivos"?

¿Qué es?

El anarquismo sin adjetivos es una idea que defiende que las diferentes escuelas de pensamiento anarquistas pueden y deben convivir simultáneamente. Da paso a la voluntariedad (no coacción, libertad negativa) de las personas (sobre sus cuerpos, mentes y bienes) para elegir el tipo de asociación (asociación voluntaria) que considere cada quien más favorable y preconiza la libre experimentación de modelos legales y económicos.



En las palabras del historiador George Richard Esenwein, el “anarquismo sin adjetivos” en su sentido más amplio “se refería a una forma de anarquismo sin apellidos, es decir, una doctrina sin etiquetas calificativas como comunista, colectivista, mutualista, o individualista. Para otros, simplemente se entendió como una actitud que toleraba la coexistencia de diversas escuelas anarquistas.”

El acuñador de la expresión fue el cubano de nacimiento Fernando Tarrida del Mármol, quien la usó en noviembre de 1889, en Barcelona. Él dirigía sus comentarios hacia los anarquistas comunistas y colectivistas de España, quienes por esa época estaban en un intenso debate sobre los méritos de sus respectivas teorías. Realmente Tarrida del Mármol en esta memorable carta plantea el problema de cómo los anarquistas pueden convertirse en un influyente movimiento de masas y dejar de ser los grupúsculos de individualidades que heredan los principios bakuninistas de la Internacional de 1877 sin caer, desde luego, en la “propaganda por el hecho”.

Fernando Tárrida de Mármol

Teoría

El “anarquismo sin adjetivos” fue un intento de mostrar mayor tolerancia entre las tendencias anarquistas y de tener claro que los anarquistas no deberían imponer planes económicos preconcebidos a nadie – ni siquiera teóricamente. Así, las preferencias económicas de los anarquistas debieran ser “secundarias” respecto de la abolición del capitalismo y el estado, siendo la libre experimentación la única regla de una sociedad libre. Para estos anarquistas las preferencias económicas se consideran de "importancia secundaria" a la abolición de toda autoridad involuntaria y permanente, y la libre experimentación es la única regla de una sociedad libre. Anarquistas conocidos que llegaron en algún momento a considerarse a sí mismos sin adjetivos, fueron Errico Malatesta y Voltairine de Cleyre. Actualmente también existen anarquistas quienes se denominan "sin adjetivos".

De esta manera, la perspectiva teórica conocida como “anarquismo sin adjetivos” fue uno de los productos colaterales del debate intenso al interior del movimiento. Los orígenes de la discusión se pueden trazar hasta el desarrollo del Anarquismo Comunista luego de la muerte de Bakunin en 1876. A pesar de no disentir completamente del Anarquismo Colectivista, los Anarquistas Comunistas desarrollaron, profundizaron y enriquecieron la obra de Bakunin tal cual Bakunin había desarrollado, profundizado y enriquecido la de Proudhon. El Anarquismo Comunista estaba asociado a anarquistas tales como Elisée Reclus, Carlo Cafiero, Errico Malatesta, y Piotr Kropotkin.

Las ideas del Anarquismo Comunista reemplazaron al Anarquismo Colectivista como la principal tendencia anarquista en Europa, excepto en España. Aquí, el mayor problema no era el del comunismo (aunque para Ricardo Mella sí lo era en parte), sino el de la modificación de la estrategia y las tácticas que implicaba el Anarquismo Comunista. En esta época (los 1800), los Anarquistas Comunistas enfatizaban células locales (y puras) de militantes anarquistas, se oponían por lo general al sindicalismo (aunque Kropotkin no era uno de éstos ya que reconocía la importancia de las organizaciones de obreros militantes) y al mismo tiempo se oponían en cierta forma a la organización. No es de sorprender que este cambio de estrategia y tácticas diera lugar a una copiosa discusión desde el Colectivismo español que apoyaba con fuerza la organización y la lucha de la clase trabajadora.


Importancia

El anarquismo es una filosofìa individualista y asociativa al mismo tiempo. Son los individuos que se asocian, y esto es cierto incluso allí donde el anarquismo fue un influyente movimiento de masas, ya haya sido entre los obreros porturarios bonarenses como entre los provos holandeses o entre los textileros catalanes o los campesinos ucranianos: individuos asociativos, esa es la clave del anarquismo.

De aquí que la idea de “partido” jerárquicamente instituido es rechazada por los anarquistas porque no es otra cosa que una réplica jerárquica de los aparatos del Estado. Realmente, el partido anarquista es la confederación o la federación. Y siempre ha sido así. Se confederan federaciones, y se federan grupos de afinidad y, en gran medida, el grupo de afinidad es una federación de individuos así como la federación local de sindicatos es una asociación de sindicatos. Para la organización anarquista el principio federativo sustituye al principio ejecutivo.

Pero ya es más delicado el trato al principio legislativo. Se supone que en las agrupaciones en las cuales haya desigualdades naturales originadas en razones de diversa índole los anarquistas aceptan el principio de la mayoría, como en los sindicatos, por ejemplo. Pero lo que distingue al plataformismo es que el principio legislativo aunque no se adopta en su seno debe llevarse adelante en las organizaciones de masas en interés de una política anarquista pública. Ni siquiera tal cosa sería aceptable para un anarquista individualista de palo y tente tieso. Sin embargo, esto no puede hacernos olvidar los derechos de las minorías, que Malatesta trató de salvar aduciendo que los acuerdos de la federación de asociados podrían ser adoptados por aquellos que sólo estén de acuerdo con ellos mas no por los que se opongan a los mismos.

El Anarquismo “sin adjetivos” es el discurso que nos une para en conjunto crecer como individuos. Es el primer paso para ir rompiendo con el dirigismo, el sectarismo, las verdades absolutas sostenidas por medio de la fe religiosa. Es el primer paso para madurar, para encontrarnos con quienes más o menos pensamos iguales, para romper con el elitismo intelectual, para poder llevar parte de nuestras ideas a la práctica.

Los partidos anarquistas sirven para encontrarnos y trabajar en conjunto, pero ningún partido anarquista podrá traer la revolución por su propia cuenta. Incluso estos partidos anarquistas están destinados a desaparecer, porque simplemente la revolución no es solo para nuestros afiliados, sino para los proletarios, para los desposeídos, para las multitudes oprimidas y/o con deseo de trasformar la sociedad para mejor.

En fin, solo cuando el discurso del Anarquismo “sin adjetivos” deje de ser retorica y se practique en lo concreto, es cuándo podremos verdaderamente levantar juicio sobre sus efectos. No se trata de que cada grupúsculo esboce el sistema que mejor le parezca, sino crear el ambiente para que de forma cordial los no anarquistas y anarquistas influenciados por tales corrientes, abran su perspectiva y se den con ideas nuevas e ignoradas, para críticamente levantar juicios y fomentar la discusión. Para dejar de ampararnos en preconceptos de los cuales ignoramos completamente sus implicaciones.


Fuentes:

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